Invirtiendo en la nutrición

Jun 11, 2014

En inglés.

Es una mañana lluviosa de invierno y decenas de voluntarios del Banco de Alimentos de San Francisco–Marín, con el pelo recogido y cubierto con gorras de plástico limpias, se dedican lentamente a dividir en porciones de una libra un saco de 2,000 libras de avena entera. Hace una década, había más posibilidades de ver a los voluntarios colocando alimentos enlatados en las cajas. Hoy en día, un 60 por ciento de todo lo que sale de esta bodega son frutas y verduras frescas. Por ningún lado se ven refrescos gaseosos o papitas fritas y los granos integrales como esta avena de General Mills es algo ya estándar.

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Para que los bancos de alimentos en todo el país se muevan en una dirección similar es necesario que los esfuerzos coordinados incrementen en todos los niveles. Se requerirá de un liderazgo como el provisto por Feeding America, la organización de la red nacional de bancos de alimentos, de un apoyo expandido hacia las políticas sobre nutrición a niveles local y regional y de los esfuerzos de los donantes para suministrar alimentos más nutritivos. Es mucho pedir. Pero ante la crecientes marcas acerca de la inseguridad alimentaria y obesidad, existe más que nunca una mayor presión y deseo para proveer a las familias de bajos recursos con alimentos saludables y crear un apoyo en torno a las políticas sobre nutrición de los bancos de alimentos para asegurar que ello sucede, dice Patricia Crawford, especialista de Extensión Cooperativa de la UC y directora del Centro Atkins para el Peso y la Salud de la UC Berkeley, una alianza entre las facultades de Recursos Naturales y Salud Pública.

“La gente que administra los bancos de alimentos está tomando cartas en el asunto y llevando a cabo la parte difícil de modificar el nivel saludable de las donaciones que solicitan”, dice Karen Webb, una epidemióloga nutricional de CWH. “Por otro lado, los bancos de alimentos desean un amplio suministro de alimentos para ser distribuidos, pero también abogan por las personas de la población más vulnerable, así que la calidad nutritiva de esos alimentos es algo importante”.

Ha habido progreso, el cual los investigadores de CWH y sus colegas, a petición del Instituto de Medicina (IOM, por sus siglas en inglés), el brazo de la salud de la Academia Nacional de las Ciencias, han documentado en “A Movement Toward Nutrition-Focused Food Banking”, un estudio de debate que se dará a conocer en el verano del 2014. El informe detalla la evolución de las operaciones de los bancos de alimentos a la vez que el número de personas a las que sirven estas organizaciones se incrementó en un 46 por ciento del 2006 al 2010, de acuerdo con Feeding America (Alimentando a América). Hoy en día, un 12 por ciento de la población usa el sistema de alimentos de emergencia. Impulsados por una creciente demanda, los bancos de alimentos han cambiado del sustento de emergencia a un servicio que satisface una necesidad crónica.

Conforme las organizaciones se movilizan para proveer más alimentos nutritivos, está claro que los usuarios o clientes de los bancos de alimentos desean estos alimentos. En un estudio de CWH del 2011 se pidió a los clientes que clasificaran alimentos y bebidas densos en calorías tipo botanas, así como alimentos saludables por orden de preferencia.

“Los clientes de los bancos de alimentos clasificaron los alimentos más nutritivos como los principales”, señala Webb, coautora del reporte de IOM. “Esos alimentos son costosos y desean recibirlos. Carne, lácteos y frutas y verduras frescas se encuentran al tope de la lista, mientras que los refrescos gaseosos y los dulces al final”.

¿Cómo será la norma?

Llevar alimentos saludables a las manos de los clientes requiere cambios tanto en la política como en la práctica, ¿pero exactamente en qué consiste una pauta alimentaria basada en nutrición? Muchos interesados están tratando de llevar a cabo un cambio, los bancos de alimentos y los grupos que los apoyan, las organizaciones y corporaciones que donan productos y los gobiernos estatal y federal; pero hay pocas políticas cohesivas y estándares comunes para gobernar la forma en que trabajan juntos.

Para empezar, los bancos de alimentos pueden beneficiarse de las directrices formales por escrito que aborden la calidad nutricional de los alimentos y bebidas que compran o adquieren por medio de donativos, de acuerdo con las recomendaciones en el reporte de IOM, cuyos autores Elizabeth Campbell y Michelle Ross de CWH, Heather Hudson del Banco de Alimentos del centro de New York y Ken Hecht, ex integrante de California Food Policy Advocates (Promotores de la Política Alimentaria de California). Una norma debe guiar la calidad nutricional del inventario de los bancos de alimentos, así como proveer un análisis de la información para poder rastrear el nivel de éxito que el banco de alimentos tiene al distribuir alimentos como frutas y verduras frescas y limitar las menos saludables como galletas y papitas fritas. Alrededor de 56 de los 200 bancos de alimentos cuentan con una política propia, de acuerdo con el sondeo Alimentando a América, pero aún queda mucho por hacer.

El Alameda County Community Food Bank (Banco de Alimentos Comunitario del Condado de Alameda o ACCFB, por sus siglas en inglés) es un modelo de la pauta, mencionó Crawford. Esta organización estableció una política escrita en junio de 2013, con la ayuda del grupo sin fines de lucro contra el hambre MAZON y CWH. El proyecto, que incluyó a varios otros bancos de alimentos, fue fundado por Kaiser Permanente.

“Realizamos grupos de enfoque con los miembros del personal y representantes de agencias”, dice Jenny Lowe, gerente de educación sobre nutrición de ACCFB. “Queríamos que todos estuvieran coordinados. Les preguntamos, ¿cuáles son sus prácticas? Hemos estado siguiendo esto durante un largo tiempo, pero nunca lo habíamos escrito”.

La norma del banco de alimentos es ahora clara. Compran frutas y verduras frescas, frutas enlatadas bajas en azúcar, verduras bajas en sal, leche baja en grasa, proteínas magras, mantequillas de nueces, frijoles, granos integrales, comidas y sopas empacadas.

Para llevar un registro sobre el nivel sano de los alimentos, usan un sistema informático que clasifica el inventario de acuerdo a su nivel nutricional (1, 2, o 3) y emplean un sistema de etiquetas tipo “semáforo” en el piso de la bodega y en los formularios de pedido. El verde es “elegido frecuentemente”, amarillo “moderadamente” y rojo “de vez en cuando”.

Los alimentos “verdes” están ahora más disponibles en los bancos de alimentos en todo California debido al programa De la Granja a la Familia de la Asociación de Bancos de Alimentos (CAFB, por sus siglas en inglés), el cual conecta a los granjeros y empacadores del estado con los bancos de alimentos. En 2011, la CAFB, un grupo con membresía sin fines de lucrativos, patrocinó la iniciativa de ley AB152, ahora convertida en ley estatal, la cual permite a los granjeros obtener una exención tributaria del 10 por ciento sobre el costo del inventario de frutas y verduras que donan.

La CAFB ejemplifica cómo es que la agricultura, promotores y bancos de alimentos pueden trabajar juntos para crear políticas que incentiven un sistema de apoyo para dietas saludables. Desde 2005, el grupo ha incrementado la donación de frutas y verduras en 92 millones de libras de frutas y verduras que podrían haber sido aradas en los campos de cultivo. “En California, contamos con una comunidad agrícola progresiva así como organizadores de bancos de alimentos progresistas. Es esa convergencia la que ha hecho de California un modelo y atrae la atención nacional a lo que estamos haciendo”.

Otros pasos positivos: Alimentando a América nombró a un director de nutrición en el 2011 y 2012 implementó Foods to Encourage (Alimentos para alentar), una guía de nutrición para promover la buena salud, el primer esfuerzo de la red de bancos de alimentos en torno a directrices nacionales. También se encuentra operando un programa piloto que conecta a los clientes que sufren de inseguridad alimentaria y padecen de diabetes tipo 2, con nutrición, educación sobre salud y cuidado médico.

Aún con éxitos como estos, todavía hay mucho camino por recorrer.

Alimentos frescos, nuevos retos

Seis bancos de alimentos de California participaron en 2010 y 2011 en un estudio sobre tendencias en el inventario de la CWH, financiado por la Fundación Robert Woods Johnson. Los seis bancos habían incrementado significativamente la cantidad de frutas y verduras que suministraban a los almacenes de distribución de alimentos gratuitos reveló el estudio, pero las cebollas y papas representaban alrededor de la mita de esas ganancias. Aún cuando el incremento en frutas y verduras fue dramático, obtener una variedad de vitaminas y minerales de diferentes tipos de frutas y verduras es clave para la buena alimentación, señala Webb.

“Los bancos de alimentos deben ahora afrontar el siguiente reto: añadir más verduras coloridas y substanciosas, como pimientos o brócoli”, indica.

Parte de ese reto es proveer mejores sistemas de distribución a los pantries. Muchos bancos de alimentos cuentan con modernas instalaciones con camiones refrigerados y enormes refrigeradores, pero los almacenes de alimentos a los que sirven son con frecuencia son cocinas de subterráneo y salones de iglesias con poco acceso a refrigeración y espacio para almacenar. Los cambios en la política deben tomar en consideración cómo mejorar estas condiciones. Por ejemplo el ACCFB cuenta con una distribución tipo mercado de granjeros en estacionamientos para algunos clientes y tanto ACCFB y el estado de Nueva York ayudan a que los almacenes de distribución obtengan subsidios para comprar equipos y mejorar sus instalaciones.

Conseguir recursos representa otro obstáculo. Aún cuando los clientes de alimentos de emergencia notablemente prefieren lácteos bajos en grasa, proteínas magras y granos integrales en lugar de refrescos gaseosos y otros alimentos menos nutritivos, a los bancos de alimentos se les puede dificultar conseguir donativos que reúnan toda estas preferencias y coincidan con las guía de calidad nutricional. En 2013, el 66 por ciento de los alimentos eran donados por grandes compañías y representaban la fuente más grande para los bancos de alimentos, de acuerdo con Alimentando a América. Los donativos de bebidas azucaradas y botanas se ha reducido substancialmente, pero no han desaparecido de los estantes de seis de los bancos de alimentos de California, según el estudio de CWH. En 2010, uno solo de los bancos de alimentos de California distribuyó más de un millón de libras, 208 millones de calorías, de lo que Crawford llama “azucares líquidos” (bebidas).

“Ese es un montón de calorías en exceso que van a la gente más vulnerable, que tiene mayores posibilidades de sufrir de diabetes o sobrepeso que los individuos de mayores recursos económicos”, señala Webb.

Crawford hace notar que tanto los bancos de alimentos del centro de Nueva York como el del condado de Alameda han implementado de manera exitosa políticas sobre nutrición sin ofender a los donantes o perder su apoyo.

Impulsado a la nutrición

En febrero del 2012, los líderes de la lucha contra el hambre se reunieron en Oakland, California para discutir los hallazgos del estudio de la Fundación Robert Wood Johnson llevado a cabo del 2010 al 2011. Estando allí, la CWH y los Promotores de la Pauta Alimentaria de California pidieron Normas de adquisición para los bancos de alimentos que satisfagan o excedan las directrices de “Alimentos recomendados”, que debían haberse dado a conocer a finales de ese año.

En el más reciente empujón, el reporte de IOM recomienda que los artículos disponibles a través de los programas de distribución del Departamento de Agricultura de Estados Unidos se alineen con las principales recomendaciones de las Pautas Alimentarias para los Estadounidenses del 2010. Un reciente estudio mostró que la mayoría de los alimentos que la USDA suministra a los bancos de alimentos ya son saludables y la agencia se está movilizando rápidamente para mejorar aún más la calidad nutricional al agregar artículos como pastas de granos integrales y arroz integral. El reporte también recomienda que los bancos de alimentos y sus promotores trabajen con los donantes para encontrar nuevas formas de incentivar donaciones nutritivas.

El informe del IOM representa un incremento formidable en la visibilidad para el tema de la nutrición y los Bancos de Alimentos, y Crawford quiere aprovechar el impulso. Ella está pidiendo una reunión de los interesados claves para discutir cómo continuar con las mejoras en la calidad nutricional de los sistemas de alimentos de emergencias.

Los riesgos de la obesidad y diabetes continúan acosando la salud de la nación, y los bancos de alimentos se enfrentarán a grandes retos el próximo año, incluyendo el esperado aumento en el número de clientes como resultado del reciente recorte de 8,600 millones de dólares en al Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria, o SNAP, por sus siglas en inglés, conocido antes como cupones para comida, parte de la ley de las granjas aprobada el pasado febrero y a consecuencia de la sequía en California, la cual se espera que incremente los precios de los alimentos.

“Aquellos que trabajamos en el campo del hambre e inseguridad alimentaria queremos lo mejor para las personas a las que servimos”, menciona Crawford. “Existe una moral imperativa de hacer más que simplemente proveer calorías. Debemos proveer alimentos que ayuden a proteger la salud de los más vulnerables en nuestra sociedad”.

Este artículo apareció originalmente en la edición de primavera de 2014 de Breakthroughs, la revista de la Facultad de Recursos Naturales de la UC Berkeley.

En inglés.